Me da miedo volar en avión : una confesión y 5 tonterías que me calman.

 

No es que me ponga a temblar, ni que se me vaya el habla por el miedo a volar en avión. Tampoco me quedo petrificado clavándole las uñas a mi asiento, aunque admito que sí me pasó una vez en un bimotor que se movía mucho más de lo esperado volando sobre la selva colombiana.

 Esto que me pasa desde hace algunos años se exterioriza en un discreto, pero constante, sudor en las manos y sobre todo, en la abrumadora sensación de no tener control sobre la situación. Cero. Nada. Niente.

El tema es más o menos nuevo para mí. He viajado en avión desde que tengo uso de razón y nunca tuve ningún problema, pero a medida que crezco (¿envejezco?) es como si mi sentido de la mortalidad se disparara. No sé si es porque me convertí en papá (algo de eso tiene que ver, todos me lo dicen). Lo cierto es que, aunque últimamente me he subido a un avión hasta 4 veces por semana, cada turbulencia se me hace cada vez más tenebrosa, y en los despegues y aterrizajes, mi imaginación se pone a maquinar más de lo debido y a intensificar mis manías ansiosas.

Tampoco es que hace poco me haya pasado algo traumático. En mi vida, sólo recuerdo tres vuelos en los que entré en pánico y hasta llegué a pensar que se iba a caer el avión. El primero fue uno de Guyana Francesa a París, en el que próximos al aterrizaje, el avión se elevó muchísimo y de golpe empezó a descender como una pluma. Las mascaras de oxígeno saltaron, una auxiliar se golpeó con el techo y los gritos me daban mas miedo que el hecho mismo de caer en picada. Finalmente el avión se estabilizó, nunca nos dieron explicación. Los otros dos fueron una tormenta infernal entre Sao Paulo y Buenos Aires, y un relámpago que impactó el ala del avión en un vuelo de Bogotá a Medellín. Ninguna de esas experiencias me detuvieron a seguir volando.   

 

 

Se muy bien que volar es la forma más segura de viajar, que los accidentes aéreos son mínimos en comparación con el volumen de vuelos diarios en el mundo y que las turbulencias están previstas y listas para ser afrontadas sin ningún problema por los pilotos de aviones comerciales y los aviones mismos. Eso está muy bien explicado en muchas páginas online, como en este video de magic markers (aunque la verdad poco me tranquiliza la parte en la que se dice que al año suceden cien -¡100!- accidentes aéreos… pensaba que eran muchos menos.

 

 

Escribiendo este post investigo y veo que hay una cierta unanimidad en que el 25% de las personas le tienen miedo a volar. Yo creo que es un poco más, porque aunque viajo de manera frecuente -¡mi trabajo es viajar!- no lo digo nunca, y de hecho, cuando estamos por despegar me pregunto cuántas de las personas que estan conmigo disimulan su temor. Algunos se quedan dormidos desde que tocan el asiento, a esos los envidio, pero ¿qué pasa con el resto?. Los que leen revistas, los que miran despreocupados por la ventana, los que se persignan (en Colombia es muy común)… ¿Acaso no tenemos todos aunque sea un mínimo miedo a volar? ¿hay alguien que pueda decir que está absolutamente tranquilo durante un vuelo?

 

 

Mi ansiedad ha incrementado tanto, que he empezado a tomar pastillas para dormir en vuelos transoceánicos (mi sueño ya de por sí es muy ligero, asi que imagínense cómo llegaría al destino después de al menos 10 horas de dormir mal). Pero entre mi angustia y las píldoras llegué al siguiente dilema: si me tomo la pastilla, llego dormido y bien descansado al destino; pero ¿y se cae el avión?. Si estuviera despierto, tendría más posibilidades de salvarme. Sí, se que necesito ayuda .

Después de probar la pastilla de dormir por primera vez en un vuelo Bogotá-Madrid en 2013, se acabaron mis dudas. Ahora espero a que sirvan la cena, me tomo una tableta, empiezo a ver una película, y me despierto al otro lado del mundo sin enterarme de nada.

 En fin, ya estoy desvariando demasiado. Además de contarles de uno de mis miedos más personales, el título de este post dice que voy a listar 5 cosas que me calman durante un vuelo. Las aerolineas están conscientes de este problema, y parte de la razón de sus sistemas de entretenimiento, además de eeh… entretener, es darnos a los pasajeros cosas que hacer para tener un viaje más ameno, y que nos olvidemos de la locura de estar suspendidos a miles de metros de altura en un aparato metálico de varias toneladas.

 

 

 5) Escribir

Concentrarse para escribir no siempre es fácil. Con frecuencia me subo al avión con el firme propósito de aprovechar el tiempo de travesía entre husos horarios para ponerme al día con posts, artículos, guiones de 3 Travel Bloggers, estrategias nuevas, y otras actividades pendientes que requieran silencio y enfoque. Sin embargo, la mayoría de las veces no llego siquiera a sacar la laptop o la libreta de notas, y sucumbo ante la lectura o cualquiera de las otras cuatro cosas de esta lista. Pero las veces que me engancho, me vuelvo sumamente productivo.

 

 4) Ver la hora

 En este punto, es un poco vergonzoso admitir otra de mis manías complusivas. En los vuelos cortos, no puedo dejar de ver la hora, ni de contar los minutos que faltan para llegar. Y cuando el asiento de mi lado está vacío, incluso he llado a poner en mi pantalla un juego o una serie, y en la otra la información de vuelo para hacer chequeo constante de los movimientos del avión.

 

3) Ver series (o una pelicula laaarga)

Los juegos sólo funcionan para los viajes de menos de dos horas; por eso aquí va otra confesión: hubo una época en la que al momento de elegir mis vuelos largos, conseguía la revista de entretenimiento de dos aerolíneas para comparar cuál tenía mejor oferta de peliculas. Claro que era un acto por completo ilógico, pues yo mismo podría hacer llevado mis películas y series favoritas en mi laptop o tablet, pero aún le veo gracia a buscar las posibilidades que me ofrece esa pantallita al frente de mi asiento mientras me reclino cómodamente sin nada en las manos. Ahora las aerolíneas saben de la importante de tener buen contenido para, en buena parte, aliviar la ansiedad se sus pasajeros.

Mi record: llegué a ver la primera temporada completa de The Newsroom en el viaje de ida y vuelta a Isla de Pascua.

 

2) Ver el mapa de a bordo

Ese avioncito a escala desproporcionada en comparación con el mapa del mundo, se convierte en mi mejor amigo cuando vuelo. Saber que estamos avanzando, que ya pasamos la mitad del océanos, que ya volamos sobre tierra firme, apagar el monitor un rato y luego ver que ya estamos sobre el país de destino; todo eso me produce, por alguna razón, una extraña sensación de seguridad.

 

1) Conversar

Si viajas solo, es casi como una lotería. Hay que tener suerte, y son poquísimas, pero muy valiosas, las veces en las que en un vuelo largo te encuentras con alguien al lado con quien puedes mantener una conversación por horas y que se pasen volando. Dos veces en mi vida he conocido personas en un avión que hasta ahora siguen siendo mis amigos; uno de ellos llegó a ser mi socio de negocios por muchos años. Por eso en aquellos viajes en los que voy a cruzar medio mundo siempre trato de conversar con mi vecino del lado, y aunque a veces sea infructuoso, vale la pena. ¡Nunca sabes a quién puedes tener al lado!

Como notarán, esto no es una lista ni muy original, ni de recomendaciones y aún menos, de consejos. Son sólo algunas manías actuales con las que mi terapeuta tratará mi miedo a volar, y una forma de preguntarles si les pasa lo mismo. Si alguno de ustedes, a pesar de ser viajero frecuente, tiene ese mismo miedito ahí metido, o tiene manías parecidas. ¡Como para sentirme menos solo en esta paranoia viajera!

Un Abrazo

 JL